En homenaje a Clara Zetkin, a 155 años de su nacimiento. Clara Zetkin, como bien lo reseña este post de nuestra compañera Andrea D´Atri, la gran organizadora de las mujeres obreras y socialistas.
Este texto, extraído de sus cuadernos, y no disponible en la web, expresa las dificultades y contradicciones con las que tuvieron que enfrentarse las mujeres socialistas tanto dentro, como fuera de sus organizaciones. Vaya también como homenaje a las compañeras que, a días de la Conferencia Nacional de Trabajadores del PTS, nos proponemos aportar, emulando a Clara, en la organización de las mujeres trabajadoras hoy precarizadas y tercerizadas como las trabajadoras de limpieza en las fábricas y establecimientos, en negro y superexplotadas como las trabajadoras textiles, muchas de ellas además, discriminadas por ser inmigrantes paraguayas, bolivianas, peruanas. Hacia esa tareas nos encaminamos. Vayan estos comentarios casi "íntimos" como fuente de aliento...
Como lo indica el título del post, extraído de su "Cuaderno de anotaciones"
El camarada Lenin habló conmigo
repetidas veces sobre el problema femenino. Evidentemente, atribuia al
movimiento femenino una gran importaancia, como parte esencial del movimiento
de masas, del que, deteerminadas condiciones, puede ser una parte decisiva. Se
comprende que concebía la plena igualdad social de la mujer como un principio
completamente indiscutible para un comunista.
Nuestra primera entrevista
prolongada sobre este tema tuvo lugar en el otoño de 1920, en el espacioso
despacho de Lenin en el Kremlin. Lenin sentado junto a si mesa, cubierta de
papeles y libros, que hablaban de ocupaciones y de trabajo pero no de un
“genial desorden”.
-Indudablemente, debemos crear un
potente movimiento femenino internacional sobre bases teóricas claras y
precisas . así inició él, luego de
saludarnos, nuestra entrevista-. Sin teoría marxista no puede existir una buena
labor práctica, esto es claro. Los comunistas necesitamos también en este
problema la máxima pureza de principios. Debemos delimitar deididamente los
campos de nosotros y todos los demás partidos. Verdad es que, lamentablemente,
nuestro II Congreso Internacional no ha conseguido examinar el problema
femenino. Ha planteado la cuestión pero no ha podido adoptar una posición
determinada. El asunto ha quedado detenido en la comisión. Esta debe elaborar
una resolución, tesis y una línea firme. Pero hasta ahora se ha avanzado poco
en sus labores. En este sentido, usted debe ayudar a la comisión.
Yo había oído hablar a otros lo que
ahora me decía Lenin y expresé mi asombro al respecto. Estaba llena de
entusiasmo por todo lo que las muejres rusas habían hecho durante la revolución
y por todo lo que ahora hacen para su defensa y su ulterior desarrollo. Con respecto
a la situación y a la actividad de las muejres en el partido bolchevique, a mí
me parecía que en este aspecto el partido era un modelo. El partido bolchevique
es el único que proporciona al movimiento femenino comunista internacional
valiosas fuerzas, instruidas y probadas, siendo al mismo tiempo una gran
ejemplo histórico.
-Esto es cierto y está muy bien –
observó Lenin con una ligera sonrisa - . En Petrogrado, aquí en Moscú, en las
ciudades y los centros industriales situados en lugares apartados, las
poletarias se han comportado magníficamentedurante la revolución. Sin ellas no
habríamos vencido. O difículmente habríamos vencido. Esta es mi opinión. ¡Qué
valentía han demostrado, qué valientes son hoy! Figúrese los sufrimientos y las
privaciones que padecen. Y sin embargo, se mantienen, se mantienen firmes
porque quieren defender los soviets, porque quieren la libertad y el comunismo.
Sí, nuestras obreras son admirables, son combatientes de clase. Se han hecho
merecedoras de admiración y cariño. En general, es preciso reconocerque incluso
las damas “demócratas constitucionalistas” en Petrogrado, durante la lucha
contra nosotros, dieron pruebas de más valor que los cadetes militares.
-Eso es verdad, en nuestro partido
hay comunistas seguras, inteligentes, e infatigablemente activas. Podrían
ocupar puestos de responsabilidad en los comités ejecutivs, en los comisariados
del pueblo, en las instituciones. Muchas de ellas trabajan día y noche, bien en
el partido, bien entre la masa proletaria y campesina, bien en el Ejército
Rojo. Esto es para nosotros muy valioso. Y es importante para las mujeres del
mundo entero, pues es un testimonio de la capacidad de la mujer, del alto valor
que reviste su trabajo para la sociedad. Desarraiga los prejuicios más de lo que
pudieran hacerlos montañas de libros sobre la igualdad de los derechos de las
mujer. No obstante, a pesar de todo esto, apun no tenemos un movimiento
comunista internacional, y debemos conseguirlo a toda costa. Debemos emprender inmediatamente su creación. Sin este
movimiento, el trabajo de nuestra Internacional y sus paridos nos es completo
ni podrá jamás serlo. Dígame cómo están las cosas en cuanto a la labor
comunista en el extranjero.
Le referí todo lo que yo podía
conocer dado el escaso e irreglura contacto que entonces existía entre los
partidos adheridos a la Internaiconal Comunista….
Como es lógico, yo hablé de manera
particularmente detallada sobre la situación en Alemania. Le hice saber que
Rosa Luxemburgo daba la más grande importancia a la tarea de ncorporar las más amplias masas femeninas a la lucha
revolucionaria. Cuando fue fundado el Partido Comunista, Rosa instistió en que debía
publicarse un periódico consagrado al movimiento femenino. Cuando Leo Johiches
examinó conmigo el plan de trabajo del partido, durante la última entrevista
que tuvimos – día y medio antes de que lo matasen – y me encomendó diferentes
tareas, entre ellas figuraba un plan de trabajo de organización entre las
obreras. En su primera conferencia clandestina, el partido se ocupó de este
problema. Todas las agitadoras y dirigentes instruidas y expertas que se habían
destacado antes y durante la guerra casi sin excepción, continuaban dentreo de
los partidos socialdemócratas de ambas tendencias y mantenían bajo su
influencia a las masas de obreras, que vivían en un estado de fervescencia. Sin
embargo, también entre las mujeres se había constituido ya un pequeño núcleo de
camaradas enérgicas y abnegadas, que tomaban parte en todo el trabajo y en la
lucha de nuestro partido. El propio partido había organizado ya una actividad
metódica entre las obreras. Naturalmente, todo esto no era más que el comienzo,
pero un buen comienzo.
-No está mal, no está mal – dijo
Lenin -. La energía, la abnegación y el entusiasmo de las comunistas, su
valentía y su inteligencia en un período de la actividad clandestina o
semiclandestina abren una buena perspectiva de desarrollo del trabajo. En el
crecimiento del partido y de su fuerza, la capacidad de atraer a las masas y la
organización de acciones son factores valiososos. Pero ¿cómo están las cosas en
lo que se refiere a la clara comprensión de las bases de este problema y la
necesidad de instruir a los camaradas al respecto? Pues esto reviste
importancia decisiva para el trabajo de masas. Y no úedo recordar ahora quién
ha dicho que “para acometer grandes empresas, hace falta entusiasmo”. Nosotros
y los trabajadores de todo el mundo tenemos aún por delante empresas
efectivamente grandes…
-Usted debe escribir tesis
directrices sobre el trabajo comunista entre las mujeres…
Las tesis deben subrayar con rigor
que la verdadera emancipación de la mujer sólo es posible en el comunismo. Es
preciso esclarecer profundamente el nexo indisoluble entre la situación de la
mujer como persona y miembro de la sociedad y la propiedad privada de los
medios de producción. Así delimitaremos con toda precisión los campos entre
nosotros y el movimiento burgués por la “emancipación de la mujer”. Esto
sentará también las bases para examinar el problema femenino como parte del problema
social, obrero, y por lo tanto permitirá vincularlo firmemente con la lucha
proletaria de clase y con la revolución. El movimiento comunista femenino debe
ser un movimiento de masas, debe ser parte del movimiento general de masas, no
sólo del movimiento de los proletarios, sino de todos los explotados y
oprimidos, de todas las víctimas del capitlismo. En esto consiste la
importancia del movimiento femenino para la lucha de clase del proletariado y
para su misión histórica creadora: la organización de la sociedad comunista.
Podemos enorgullecernos, con razón de que la flor y nata de las mujeres
revolucionarias militan en nuestro partido, la Internacional Comunista. Pero
esto no tiene todavía una importancia decisiva. Debemos atraer a millones de trabajadoras
de la ciudad y del campo para participar de nuestra lucha, y en particular en
la obra de la construcción comunista de la sociedad. Sin las mujeres no puede
existir un verdadero movimiento de masas.
De nuestra concepción ideológica se
desprenden asimismo medidas de organización. ¡Nada de oganizaciones especiales
de mujeres comunistas! La comunista es tan militante del partido como lo es el
comunista, con las mismas obligaciones y derechos. En esto no puede haber
ninguna divergencia. Sin embargo, no debemos cerrar los ojos ante los
hechos. El partido debe contar con
organismos –grupos de trabajo, comisiones, comités, secciones o como se decida
denominarlos – cuya tarea especial consista en despertar a las amplias masas
femeninas, vincularlas con el partido y mantenerlas bajo la influencia de éste.
Para ello, naturalmente , es necesario que desarrollemos plenamente una labor
sistemática entre esas masas femeninas. Debemos educar a las mujeres que
hayamos conseguido sacar de la pasividad, debmos reclutarlas y formarlas para
la lucha proletaria de clase bajo la dirección del Partido Comunista. No sólo
me refiero a las proletarias que trabajan en la fábrica o se afanan en el hogar
sino también a las campesinas, a las mujeres de las distintas capas de la pequeño
burguesía. Ellas también son víctimas del capitalismo y desde la guerra lo son
más que nunca. Psicológia apolítica, no social, atrasada, de estas masas
femeninas; estrechez del campo de su actividad , todo su modo de vida: tales
son los hechos. No prestar atención a esto sería inconcebible, completamente
inconcebible. Necesitamos nuestros propios organismos para trabajar entre
ellas, necesitamos de métodos especiales de agitación y formas especiales de
organización. No se trata de una defensa burguesa de los “derechos de la
mujer”, sino de los intereses prácticos de la revolución.
Le dije a Lenin que sus
razonamientos constituían para mí un apoyo valioso. Muchos buenos camaradas ,
se oponían resueltamente a que el partido crease organismos especiales para una
labor metódica entre las ampias masas
femeninas. Llamaban a esto retorno a las tradiciones socialdemócratas, a
la célebre “emancipación de la mujer”. trataban de demostrar que los partidos
comunistas, al reconocer por principio y plenamente la igualdad de derechos de
la mujer, deben desarrollar su labor entre las masas trabajadoras sin
diferencias de ninguna especie. La manera de trabajar entre las mujeres debe
ser la misma que entre los hombres. Todo intento de tener en cuenta en la
agitación o en la organización las circunstancias consideradas por Lenin es
considerada por los defensores de la opinión opuesta como oportunismo, como
traición y renuncia a los principios.
-Esto ni es nuevo ni sirve en modo
alguno como prueba – replicó Lenin-. No se deje usted desorientar. ¿Por qué en
ninguna parte, ni siquiera en la Rusia soviética, militan en el partido tantas
mujeres como hombres? ¿Por qué el número de obreras organizadas en los
sindicatos es tan reucido? Estos hechos obligan a reflexionar. La negación de
la necesidad de organismos especiales para nuestro trabajo entre las amplias
masas femeninas es una de las manifestaciones de una posición muy de principios
y muy radical de nuestros “queridos amigos” del Partido Obrero Comunista. Según
ellos debe existir una única forma de organización : la unión obrera. Ya los
sé. Muchas cabezas de mentalidad revolucionaria, pero embrolladoras, se remiten
a los principios cuando no ven la realidad, ees decir, cuando la inteligencia
se niega a apreciar los hechos concretos a los que debe prestar atención. ¿Cómo
hacen frente estos sostenedores de la “pureza de principios” a las necesidades
que nos impone el desarrollo histórico en nuestra política revolucionaria?
Todos estos razonamientos se vienen abajo ante una necesidad inexorable: sin
millones de mujeres no podemos realizar la dictadura proletaria, sin ellas no
podemos llevar a cabo la construcción comunista. Debemos encontrar el camino
que nos conduzca hasta ellas, debemos estudiar mucho, probar muchos métodos para
encontrarlo.
Por eso es totalmente justo que
presentemos reivindicaciones a favor de la mujer…
Las mujeres deben saber que la
dictadura proletaria significa para ellas la plena igualdad de derechos con el
hombre tanto ante la ley como en la práctica, en la familia, en el Estado y en
la sociedad, así como también el derrocamiento del poder de la burguesía.
-¡La Rusia soviética está
demostrando esto – exclamé, y nos servirá de gran ejemplo!
Lenin prosiguió:
-La Rusia soviética plantea nuestras
reivindicaciones para la mujer bajo un aspecto nuevo. Bajo la dictadura del
proletariado esas reivindicaciones ya no son objeto de la lucha entre el
proletariado y la burguesía, sino que son ladrillos para la edificación de la
sociedad comunista. Esto muestra a las mujeres que están más allá de nuestras
fronteras, la importancia decisiva de la conquista del poder por el
proletariado.
La diferencia entre su situación
aquí y allá debe ser establecida con precisión, para que ustedes puedan contar
con las masas femeninas en la lucha de clase revolucionaria del proletariado.
Saber movilizarlas con una clara comprensión de los principios y sobre una
firme base organizativa, es cuestión de la que dependen la vida y la victoria
del Partido Comunista…
A mi pregunta sobre las condiciones
existentes en la Rusia soviética, Lenin contestó:
El gobierno de la dictadura del
proletariado, en alianza, naturalmente, con el Partido Comunista y los
sindicatos hace todos los esfuerzos necesarios para superar las concepciones
atrasadas de los hombres y las mujeres y acabar así con la base de la vieja
psicología no comunista. Es innecesario decir que se ha efectuado la plena
igualdad del hombre y la mujer en la legislación. En todas las esferas se
observa un deseo sincero de llevar a la práctica esta igualdad. Estamos
incorporando a las mujeres al trabajo a la economía soviética, en los
organismos administrativos, enlos legislativos y en l alabor de gobierno. Les
estamos abriendo las puertas de todos los cursos y centros docentes, para
elevar su preparación profesional y social. Estamos creando diversos
establecimientos públicos: cocinas y comedores, lavaderos y talleres de
reparación, casas-cuna, jardines de infantes, orfanatos y todo tipo de
establecimientos educativos. En una palabra, estamos aplicando verdaderamente
la reivindicación de nuestro programa de transimitir las funciones económicas y
educativas de la vida doméstica individual a la sociedad. De este modo la mujer
es liberada de la vieja esclavitud doméstica y de toda dependencia del marido.
Se le brinda la plena posibilidad de actuar en la sociedad en acuerdo con las
aptitudes e inclinaciones. En cuanto a los niños,se les ofrecen las condiciones
más favorables para su desarrollo que las que pudieran tener en la casa. En
nuestro país existe la legislación más vanzada del mundo en lo que atañe a la
protección del trabajo femenino. Delegados de los oreros organizados la llevan
a la práctica. Estamos organizando casas de maternidad, casas para la madre y
el niño, consultorios para las madres, organizamos cursillos para aprender a
cuidar a los niños de pecho y de corta edad, exposiciones sobre la protección
de la maternidad y de la infancia, etc. Hacemos los mayores esfuerzos para
satisfacer las necesidades de las mujeres cuya situación material no está
asegurada y de las trabajadoras afectadas por el paro forzoso.
Sabemos muy bien que todo esto es
todavía poco en comparación con las necesidades de las masas femeninas
trabajadoras, que esto es aún completamente insuficiente pata su efectiva
emancipación. Pero esto representa un paso gigantesco hacia delante con
respecto a lo que existía en la Rusia zarista, capitalista. Esto es inclusive,
mucho en comparación con lo que se hace allí donde el capitalismo ejerce su
dominio absoluto. Este es un buen comienzo. El rumbo es acertado y lo
seguiremos de manera consecuente, con toda nuestra energía. Ustedes, en el
extranjero, pueden estar seguros de ello. Cada día de existencia del estado
soviético nos hace ver con más claridad que no avanzaremos sin el concurso de millones de mujeres.
Figúrese lo que esto significa en un país donde el el 80% de la población, por
lo menos, son campesinos. La pequeña hacienda campesina significa la economía
doméstica individual y el sometimiento de la mujer a ella. En este sentido, la
situación será para ustedes mucho mejor, las cosas es serán más fáciles que a
nosotros, a condición de que las masas proletarias de sus países tomen
conciencia de su madurez histórica objetiva para la conquista del poder, para
la revolución. No desesperemos. Nuestras fuerzas crecen junto con las
dificultades. La necesidad práctica hará que encontremos nuevos caminos en lo
que se refiere a la liberación de las masas femeninas. Unida al estado
soviético, la solidaridad fraternal llevará a cabo grandes empresas.
Naturalmente, nos referimos a la solidaridad fraternal en el sentido comunista,
y no en el sentido burgués en la que lo predican los reformistas, cuyo
entusiasmo revolucionario se ha evaporado como vinagre barato. Junto con la
solidaridad fraternal debe manifestarse la iniciativa personal que se
transforma en actividad colectiva y se funde con ella. Bajo la dictadura del
proletariado, la liberación de la mujer mediante la realización del comunismo
tendrá lugar también en el campo. En este sentido, cifro todas mis esperanzas
en la electrificación de nuestras industria y de nuestra agricultura. ¡Ésta es
una obra grandiosa! Las dificultades que ofrece son grandes, gigantescas. Para
superarlas es necesario desplegar y educar a las poderosas fuerzas de las
masas. Millones de mujeres deben participar en esto….
*****
Mi siguiente conversación con Lenin
sobre el movimiento femenino tuvo lugar una o dos semanas depués. Lenin vino a
verme. Como casi siempre, su visita fue inesperada, improvisada, hecha en un
intervalo de la gigantesca labor del jefe de la revolución victoriosa. Lenin
tenía el aspecto de un hombre muy cansado y preocupado. Wrangel aún no había
sido definitivamente derrotado, y el problema del abastecimiento de las grandes
ciudades se alzaba ante el gobierno soviético como una esfinge inexorable.
Lenin preguntó cómo estaban las
cosas en relación con las tesis. Le dije
que se había reunido una comisión numerosa, en la que habían estado
presentes y habían opinado todas las comunistas destacadas que se encontraban
en Moscú. Las tesis estaban preparadas y ahora tenían que ser examinadas en una
comisión más reducida. Lenin indicó que se debía aspirar a que el III Congreso
mundial estudiase la cuestión con debida profundidad. Este solo hecho bastaría
para acabar con los prejuicios de muchos camaradas. En primer término, debían
encargarse de ellos las comunistas y además, muy en serio.
-No trinar como buenas comadres,
sino hablar a plena voz como buenas combatientes, hablar con claridad – Exclamó
Lenin con animado tono – El congreso no es un salón en el que las damas deban
brillar por sus encantos, como se dice en las novelas. El congreso es un campo
de lucha, en el que combatimos a fin de llegar a conocer la verdad,
indispensable para la acción revolucionaria. Demuestren ustedes que son capaces
de luchar. Naturalmente, en primer término contra los enemigos, pero también
dentro del partido cuando haga falta. El problema afecta a las grandes masas
femeninas. Nuestro partido ruso apoyará siempre todas las proposiciones y
medidas que ayuden a conquistar a estas masas. Si las mujeres no están con
nosotros, los contrareolucionarios pueden lograrque vayan contra nosotros. Esto
lo debemos siempre tener en cuenta.
-Las masas femeninas deben ser nuestras,
aunque estén atadas con cadenas al cielo – dije recogiendo la idea de Lenin -.
Aquí, en el centro de la revolución, con su vida impetuosa, con su pulso
acelerado en intenso, he concebido el plan de un gran acto internacional de las
masas femeninas trabajadoras. El móvil impulsor de mi idea han sido sobre todo
las conferencias y congresos de mujeres apartidistas. Deberíamos hacer los
intentos para convertir estas reuniones nacionales en internacionales. El hecho
indudable es que la guerra mundial, y las consecuencias derivadas de ella, han
conmovido profundamente a las amplias masas femeninas de las distintas clases y
capas sociales. Atraviesan un estado de efervescencia, se han puesto en
movimiento. Las amargas preocupaciones para asegurar su subsistencia y dar
sentido a su vida les plantean cuestiones cuya existencia apenas sospechaba la
mayoría de ellas y de las que sólo una minoría había tomado plena conciencia.
La sociedad burguesa no está en condiciones de darles respuesta satisfactoria. Sólo
la puede dar el comunismo. Debemos hacer que las amplias masas femeninas de los
países capitalistas lo comprendan, y para ello debemos convocar un congreso
internacional de mujeres apartidistas.
Lenin no contestó enseguida. Se
quedó pensativo con la mirada dirigida, por decirlo así, hacia adentro,
apretando fuertemente los labios y adelantando un poco el labio superior.
-Sí – dijo después – debemos
hacerlo. Es un plan bueno, incluso magnífico, no tiene ningún valor si no es
pensado bien. ¿Ha pensado usted cómo ponerlo en práctica? ¿Cómo concibe usted
esto?
Expuse detalladamente a Lenin mis
consideraciones al respecto…
Durante mi exposición, Lenin asintió
varias veces con la cabeza e hizo breves observaciones aporbatorias.
-Me parece, Clara – dijo – que usted
ha pensado muy bien todo este asunto en el aspecto político y, en líneas
generales, también en el sentido organizativo. Estoy de completo acuerdo con
usted en que, e la presente situación, este congreso podría realizar una
importante labor. Encierra la posibilidad de que conquistemos a las más amplias
masas femeninas, en particular, a las masas de mujeres dedicadas a trabajos
profesionales de toda especie: obreras industriales, trabajadoras del servicio
doméstico, maestras y otras empleadas. ¡Esto estaría bien, muy bien! Piense en
la situación. En un momento de grandes conflictos económicos o de huelgas
políticas, ¡qué fuerza significaría para el proletariado la indignación
consciente de las masas femeninas! A condición, naturalmente de que sepamos
atraerlas y retenerlas a nuestro lado. Las ventajas serían grandes, incluso
colosales. Pero ¿qué piensa usted sobre otras cuestiones? Probablemente las
autoridades públicas estarán en contra de la convocatoria del congreso e
intentarán impedir su celebración. Sin embargo, dificilmente se atreverán a
tomar medidas brutales contra él. En todo caso, esto a usted no la asusta. Pero
¿no teme usted que las comunistas, tanto en los comités como en el propio
congreso se sientan ahogadas por la superioridad numérica de las representantes
de la burguesía y del reformismo y poor su habilidad, indudablemente superior?
Además, y ante todo, ¿ está usted verdaderamente segura de la preparación
marxista de nuestras camaradas comunistas y que se pueden reunir entre ellas un
grupo de choque que resista con honor el combate?
Respondí a Lenin que no era de
esperar que las autoridades amenazasen al congreso con su puño de hierro. Las
burlas y los groseros ataques contra el congreso servirían únicamente de
agitación a su favor. Al número y a la habilidad de los elementos no comunistas
podríamos oponer los comunistas la superioridad científica del materialismo
histórico en el enfoque y la exposición de los problemas sociales y el carácter
consecuente de nuestras reivindicaciones para la solución de los mismos. Por
último- aunque esto no es todo-, podríamos oponer la victoria de la revolución
proletaria en Rusia y su labor en el orden de la liberación de la mujer. el
débil e insuficiente bagaje marxista de algunas camaradas podría ser equilibrado
con la preparación metódica y el trabajo en común. En este sentido, de quienes
más espero yo es de las comunistas rusas. Deberían formar el núcleo de hierro
de nuestra falange. Con ellas yo me atrevería a lanzarme tranquilamente a algo
más que las luchas en el congreso. Además,inclusive si fuésemos derrotadas en
la votación, el hecho mismo de nuestra lucha pondría al comunismo en el primer
plano y tendría una gran importancia desde el punto de vista de la propaganda,
creando al mismo tiempo para nosotroas nuevos puntos de apoyo para la labor
posterior. Lenin se echó a reír a carcajadas.
-Sigue teniendo usted el mismo
entusiasmo por las revolucionarias rusas. Así, sí, el viejo amor no se olvida.
Yo creo que usted tiene razón. Incluso la derrota despues de una lucha tesonera
sería una ventaja, sería la preparación de futuras conquistas entre las masas
de trabajadoras femeninas. En general, se trata de una empresa en la que vale
la pena arriesgar. Nosotros no podemos en modo alguno, salir perdiendo totalmente.
Pero, como es natural, yo confío en la victoria, deseo la victoria de todo
corazón. Proporcionaría una considerable vigorización de nuestra fuerza, la
ampliación y el afianzamiento de nuestro frente de lucha, traería a nuestras
filas animación, dinamismo y actividad. Esto siempre es útil. Además, el
congreso suscitaría en el campo de la burguesía y sus amigos reformistas una
mayor inquietud, inseguridad, contradicciones y conflictos. Podemos imaginar
quiénes se reunirían junto con las “hienas de la revolución”, y si este asunto
siguiese adelante bajo su dirección, estarían allí presentes honestas y
domesticadas socialdemócratas bajo la suprema dirección de Scheidemann, Dittman
y Legien; piadosas cristianas, unas bendecidas por el Papa y otras adictas a la
doctrina de Lutero; auténticas hijas de consejeros secretos; consejeras de
Estado de nuevo cuño; damas inglesas de buen tono, como señoras y pacifistas,
además de entusiastas sufragistas francesas. ¡qué cuadro de caos y disgregación
del mundo burgués sería el que ofrecería el congreso! ¡Qué cuadro de su falta
absoluta de perspectiva! El congreso acentuaría la disgregación, contribuyendo
a debilitar así las fuerzas de la contrarrevolución. Todo debilitamiento de las
fuerzas del enemigo equivale a un acrecentamiento de nuestra potencia. Yo voto
a favor del congreso…lo apoyaremos enérgicamente. Manos a la obra. Le deseo
éxito en la lucha…
Emprendí con alegría y esperanza la
labor preparatoria. Pero la idea del congreso tropezó con la posición de las
comunistas alemanas y búlgaras, que a la sazón, dirigían el movimiento femenino
comunista más fuerte después del de Rusia soviética. Se opusieron
categóricamente a la convocatoria del congreso.
Cuando se lo comuniqué a Lenin me
respondió:
-¡Es una lástima, una gran lástima!
Estas camardas han desaprovechado una magnífica oportunidad de abrir a las más
amplias masas femeninas nuevas y mejores perspectivas y de atraerlas así a la
lucha revolucionaria del proletariado. ¡quién sabe si volverá a presentarse tan
pronto una ocasión tan propicia! Hay que batir el hierro en caliente. Pero la
tarea sigue en pie. Usted debe continuar buscando el camino para llegar a las
masas femeninas, condenadas por el capitalismo a una tremenda miseria. Usted
debe buscarlo a toda costa. No se puede dejar de lado esta necesidad. Sin una
actividad organizada de las masas bajo la dirección de los comunistas no puede
haber victoria sobre el capitalismo ni construcción del comunismo….
[1] De: Recuerdos sobre V.I. Lenin” 1970, tomo IV,
pags 37-59 (en ruso), extraído de Lenin, V.I., La mujer y el progreso social
(compilación), Edit Polémica, Bs As, 1975.
Es extraordinario este escrito. Es internarse en los detalles importantes de la historia. Pintan de manera vivida y real los personajes. En realidad son pocas las oportunidades como estas de leer algo tan refrescante, recreativo y al mismo tiempo tan importante por el contenido. Que actores y actoras las de aquellos tiempos! Realmente es para apreciar y valorar las nuevas Rosas o Claras que la lucha de clases hace surgir. Me imagino que Andrea D'Atri junto a miembros de Pan y Rosas habra experimentado una autentica emocion al leer esta nota insolita. Me alegra saber que esa banca lucira con una mujer que reivindica esa historia y ese programa de accion. Felicitaciones.
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