jueves, 5 de julio de 2012

Del cuaderno de anotaciones de Clara Zetkin



En homenaje a Clara Zetkin, a 155 años de su nacimiento. Clara Zetkin, como bien lo reseña este post de nuestra compañera Andrea D´Atri, la gran organizadora de las mujeres obreras y socialistas. 
Este texto, extraído de sus cuadernos, y no disponible en la web, expresa las dificultades y contradicciones con las que tuvieron que enfrentarse las mujeres socialistas tanto dentro, como fuera de sus organizaciones. Vaya también como homenaje a las compañeras que, a días de la Conferencia Nacional de Trabajadores del PTS, nos proponemos aportar, emulando a Clara, en la organización de las mujeres trabajadoras hoy precarizadas y tercerizadas como las trabajadoras de limpieza en las fábricas y establecimientos, en negro y superexplotadas como las trabajadoras textiles, muchas de ellas además, discriminadas por ser inmigrantes paraguayas, bolivianas, peruanas. Hacia esa tareas nos encaminamos. Vayan estos comentarios casi "íntimos" como fuente de aliento...

Como lo indica el título del post, extraído de su "Cuaderno de anotaciones"



El camarada Lenin habló conmigo repetidas veces sobre el problema femenino. Evidentemente, atribuia al movimiento femenino una gran importaancia, como parte esencial del movimiento de masas, del que, deteerminadas condiciones, puede ser una parte decisiva. Se comprende que concebía la plena igualdad social de la mujer como un principio completamente indiscutible para un comunista.
Nuestra primera entrevista prolongada sobre este tema tuvo lugar en el otoño de 1920, en el espacioso despacho de Lenin en el Kremlin. Lenin sentado junto a si mesa, cubierta de papeles y libros, que hablaban de ocupaciones y de trabajo pero no de un “genial desorden”.
-Indudablemente, debemos crear un potente movimiento femenino internacional sobre bases teóricas claras y precisas . así inició  él, luego de saludarnos, nuestra entrevista-. Sin teoría marxista no puede existir una buena labor práctica, esto es claro. Los comunistas necesitamos también en este problema la máxima pureza de principios. Debemos delimitar deididamente los campos de nosotros y todos los demás partidos. Verdad es que, lamentablemente, nuestro II Congreso Internacional no ha conseguido examinar el problema femenino. Ha planteado la cuestión pero no ha podido adoptar una posición determinada. El asunto ha quedado detenido en la comisión. Esta debe elaborar una resolución, tesis y una línea firme. Pero hasta ahora se ha avanzado poco en sus labores. En este sentido, usted debe ayudar a la comisión.
Yo había oído hablar a otros lo que ahora me decía Lenin y expresé mi asombro al respecto. Estaba llena de entusiasmo por todo lo que las muejres rusas habían hecho durante la revolución y por todo lo que ahora hacen para su defensa y su ulterior desarrollo. Con respecto a la situación y a la actividad de las muejres en el partido bolchevique, a mí me parecía que en este aspecto el partido era un modelo. El partido bolchevique es el único que proporciona al movimiento femenino comunista internacional valiosas fuerzas, instruidas y probadas, siendo al mismo tiempo una gran ejemplo histórico.
-Esto es cierto y está muy bien – observó Lenin con una ligera sonrisa - . En Petrogrado, aquí en Moscú, en las ciudades y los centros industriales situados en lugares apartados, las poletarias se han comportado magníficamentedurante la revolución. Sin ellas no habríamos vencido. O difículmente habríamos vencido. Esta es mi opinión. ¡Qué valentía han demostrado, qué valientes son hoy! Figúrese los sufrimientos y las privaciones que padecen. Y sin embargo, se mantienen, se mantienen firmes porque quieren defender los soviets, porque quieren la libertad y el comunismo. Sí, nuestras obreras son admirables, son combatientes de clase. Se han hecho merecedoras de admiración y cariño. En general, es preciso reconocerque incluso las damas “demócratas constitucionalistas” en Petrogrado, durante la lucha contra nosotros, dieron pruebas de más valor que los cadetes militares.
-Eso es verdad, en nuestro partido hay comunistas seguras, inteligentes, e infatigablemente activas. Podrían ocupar puestos de responsabilidad en los comités ejecutivs, en los comisariados del pueblo, en las instituciones. Muchas de ellas trabajan día y noche, bien en el partido, bien entre la masa proletaria y campesina, bien en el Ejército Rojo. Esto es para nosotros muy valioso. Y es importante para las mujeres del mundo entero, pues es un testimonio de la capacidad de la mujer, del alto valor que reviste su trabajo para la sociedad. Desarraiga los prejuicios más de lo que pudieran hacerlos montañas de libros sobre la igualdad de los derechos de las mujer. No obstante, a pesar de todo esto, apun no tenemos un movimiento comunista internacional, y debemos conseguirlo a toda costa. Debemos emprender  inmediatamente su creación. Sin este movimiento, el trabajo de nuestra Internacional y sus paridos nos es completo ni podrá jamás serlo. Dígame cómo están las cosas en cuanto a la labor comunista en el extranjero.
Le referí todo lo que yo podía conocer dado el escaso e irreglura contacto que entonces existía entre los partidos adheridos a la Internaiconal Comunista….
Como es lógico, yo hablé de manera particularmente detallada sobre la situación en Alemania. Le hice saber que Rosa Luxemburgo daba la más grande importancia a la tarea de ncorporar  las más amplias masas femeninas a la lucha revolucionaria. Cuando fue fundado el Partido Comunista, Rosa instistió en que debía publicarse un periódico consagrado al movimiento femenino. Cuando Leo Johiches examinó conmigo el plan de trabajo del partido, durante la última entrevista que tuvimos – día y medio antes de que lo matasen – y me encomendó diferentes tareas, entre ellas figuraba un plan de trabajo de organización entre las obreras. En su primera conferencia clandestina, el partido se ocupó de este problema. Todas las agitadoras y dirigentes instruidas y expertas que se habían destacado antes y durante la guerra casi sin excepción, continuaban dentreo de los partidos socialdemócratas de ambas tendencias y mantenían bajo su influencia a las masas de obreras, que vivían en un estado de fervescencia. Sin embargo, también entre las mujeres se había constituido ya un pequeño núcleo de camaradas enérgicas y abnegadas, que tomaban parte en todo el trabajo y en la lucha de nuestro partido. El propio partido había organizado ya una actividad metódica entre las obreras. Naturalmente, todo esto no era más que el comienzo, pero un buen comienzo.
-No está mal, no está mal – dijo Lenin -. La energía, la abnegación y el entusiasmo de las comunistas, su valentía y su inteligencia en un período de la actividad clandestina o semiclandestina abren una buena perspectiva de desarrollo del trabajo. En el crecimiento del partido y de su fuerza, la capacidad de atraer a las masas y la organización de acciones son factores valiososos. Pero ¿cómo están las cosas en lo que se refiere a la clara comprensión de las bases de este problema y la necesidad de instruir a los camaradas al respecto? Pues esto reviste importancia decisiva para el trabajo de masas. Y no úedo recordar ahora quién ha dicho que “para acometer grandes empresas, hace falta entusiasmo”. Nosotros y los trabajadores de todo el mundo tenemos aún por delante empresas efectivamente grandes…
-Usted debe escribir tesis directrices sobre el trabajo comunista entre las mujeres…
Las tesis deben subrayar con rigor que la verdadera emancipación de la mujer sólo es posible en el comunismo. Es preciso esclarecer profundamente el nexo indisoluble entre la situación de la mujer como persona y miembro de la sociedad y la propiedad privada de los medios de producción. Así delimitaremos con toda precisión los campos entre nosotros y el movimiento burgués por la “emancipación de la mujer”. Esto sentará también las bases para examinar el problema femenino como parte del problema social, obrero, y por lo tanto permitirá vincularlo firmemente con la lucha proletaria de clase y con la revolución. El movimiento comunista femenino debe ser un movimiento de masas, debe ser parte del movimiento general de masas, no sólo del movimiento de los proletarios, sino de todos los explotados y oprimidos, de todas las víctimas del capitlismo. En esto consiste la importancia del movimiento femenino para la lucha de clase del proletariado y para su misión histórica creadora: la organización de la sociedad comunista. Podemos enorgullecernos, con razón de que la flor y nata de las mujeres revolucionarias militan en nuestro partido, la Internacional Comunista. Pero esto no tiene todavía una importancia decisiva. Debemos atraer a millones de trabajadoras de la ciudad y del campo para participar de nuestra lucha, y en particular en la obra de la construcción comunista de la sociedad. Sin las mujeres no puede existir un verdadero movimiento de masas.
De nuestra concepción ideológica se desprenden asimismo medidas de organización. ¡Nada de oganizaciones especiales de mujeres comunistas! La comunista es tan militante del partido como lo es el comunista, con las mismas obligaciones y derechos. En esto no puede haber ninguna divergencia. Sin embargo, no debemos cerrar los ojos ante los hechos.  El partido debe contar con organismos –grupos de trabajo, comisiones, comités, secciones o como se decida denominarlos – cuya tarea especial consista en despertar a las amplias masas femeninas, vincularlas con el partido y mantenerlas bajo la influencia de éste. Para ello, naturalmente , es necesario que desarrollemos plenamente una labor sistemática entre esas masas femeninas. Debemos educar a las mujeres que hayamos conseguido sacar de la pasividad, debmos reclutarlas y formarlas para la lucha proletaria de clase bajo la dirección del Partido Comunista. No sólo me refiero a las proletarias que trabajan en la fábrica o se afanan en el hogar sino también a las campesinas, a las mujeres de las distintas capas de la pequeño burguesía. Ellas también son víctimas del capitalismo y desde la guerra lo son más que nunca. Psicológia apolítica, no social, atrasada, de estas masas femeninas; estrechez del campo de su actividad , todo su modo de vida: tales son los hechos. No prestar atención a esto sería inconcebible, completamente inconcebible. Necesitamos nuestros propios organismos para trabajar entre ellas, necesitamos de métodos especiales de agitación y formas especiales de organización. No se trata de una defensa burguesa de los “derechos de la mujer”, sino de los intereses prácticos de la revolución.
Le dije a Lenin que sus razonamientos constituían para mí un apoyo valioso. Muchos buenos camaradas , se oponían resueltamente a que el partido crease organismos especiales para una labor metódica entre las ampias masas  femeninas. Llamaban a esto retorno a las tradiciones socialdemócratas, a la célebre “emancipación de la mujer”. trataban de demostrar que los partidos comunistas, al reconocer por principio y plenamente la igualdad de derechos de la mujer, deben desarrollar su labor entre las masas trabajadoras sin diferencias de ninguna especie. La manera de trabajar entre las mujeres debe ser la misma que entre los hombres. Todo intento de tener en cuenta en la agitación o en la organización las circunstancias consideradas por Lenin es considerada por los defensores de la opinión opuesta como oportunismo, como traición y renuncia a los principios.
-Esto ni es nuevo ni sirve en modo alguno como prueba – replicó Lenin-. No se deje usted desorientar. ¿Por qué en ninguna parte, ni siquiera en la Rusia soviética, militan en el partido tantas mujeres como hombres? ¿Por qué el número de obreras organizadas en los sindicatos es tan reucido? Estos hechos obligan a reflexionar. La negación de la necesidad de organismos especiales para nuestro trabajo entre las amplias masas femeninas es una de las manifestaciones de una posición muy de principios y muy radical de nuestros “queridos amigos” del Partido Obrero Comunista. Según ellos debe existir una única forma de organización : la unión obrera. Ya los sé. Muchas cabezas de mentalidad revolucionaria, pero embrolladoras, se remiten a los principios cuando no ven la realidad, ees decir, cuando la inteligencia se niega a apreciar los hechos concretos a los que debe prestar atención. ¿Cómo hacen frente estos sostenedores de la “pureza de principios” a las necesidades que nos impone el desarrollo histórico en nuestra política revolucionaria? Todos estos razonamientos se vienen abajo ante una necesidad inexorable: sin millones de mujeres no podemos realizar la dictadura proletaria, sin ellas no podemos llevar a cabo la construcción comunista. Debemos encontrar el camino que nos conduzca hasta ellas, debemos estudiar mucho, probar muchos métodos para encontrarlo.
Por eso es totalmente justo que presentemos reivindicaciones a favor de la mujer…
Las mujeres deben saber que la dictadura proletaria significa para ellas la plena igualdad de derechos con el hombre tanto ante la ley como en la práctica, en la familia, en el Estado y en la sociedad, así como también el derrocamiento del poder de la burguesía.
-¡La Rusia soviética está demostrando esto – exclamé, y nos servirá de gran ejemplo!
Lenin prosiguió:
-La Rusia soviética plantea nuestras reivindicaciones para la mujer bajo un aspecto nuevo. Bajo la dictadura del proletariado esas reivindicaciones ya no son objeto de la lucha entre el proletariado y la burguesía, sino que son ladrillos para la edificación de la sociedad comunista. Esto muestra a las mujeres que están más allá de nuestras fronteras, la importancia decisiva de la conquista del poder por el proletariado.
La diferencia entre su situación aquí y allá debe ser establecida con precisión, para que ustedes puedan contar con las masas femeninas en la lucha de clase revolucionaria del proletariado. Saber movilizarlas con una clara comprensión de los principios y sobre una firme base organizativa, es cuestión de la que dependen la vida y la victoria del Partido Comunista…
A mi pregunta sobre las condiciones existentes en la Rusia soviética, Lenin contestó:
El gobierno de la dictadura del proletariado, en alianza, naturalmente, con el Partido Comunista y los sindicatos hace todos los esfuerzos necesarios para superar las concepciones atrasadas de los hombres y las mujeres y acabar así con la base de la vieja psicología no comunista. Es innecesario decir que se ha efectuado la plena igualdad del hombre y la mujer en la legislación. En todas las esferas se observa un deseo sincero de llevar a la práctica esta igualdad. Estamos incorporando a las mujeres al trabajo a la economía soviética, en los organismos administrativos, enlos legislativos y en l alabor de gobierno. Les estamos abriendo las puertas de todos los cursos y centros docentes, para elevar su preparación profesional y social. Estamos creando diversos establecimientos públicos: cocinas y comedores, lavaderos y talleres de reparación, casas-cuna, jardines de infantes, orfanatos y todo tipo de establecimientos educativos. En una palabra, estamos aplicando verdaderamente la reivindicación de nuestro programa de transimitir las funciones económicas y educativas de la vida doméstica individual a la sociedad. De este modo la mujer es liberada de la vieja esclavitud doméstica y de toda dependencia del marido. Se le brinda la plena posibilidad de actuar en la sociedad en acuerdo con las aptitudes e inclinaciones. En cuanto a los niños,se les ofrecen las condiciones más favorables para su desarrollo que las que pudieran tener en la casa. En nuestro país existe la legislación más vanzada del mundo en lo que atañe a la protección del trabajo femenino. Delegados de los oreros organizados la llevan a la práctica. Estamos organizando casas de maternidad, casas para la madre y el niño, consultorios para las madres, organizamos cursillos para aprender a cuidar a los niños de pecho y de corta edad, exposiciones sobre la protección de la maternidad y de la infancia, etc. Hacemos los mayores esfuerzos para satisfacer las necesidades de las mujeres cuya situación material no está asegurada y de las trabajadoras afectadas por el paro forzoso.
Sabemos muy bien que todo esto es todavía poco en comparación con las necesidades de las masas femeninas trabajadoras, que esto es aún completamente insuficiente pata su efectiva emancipación. Pero esto representa un paso gigantesco hacia delante con respecto a lo que existía en la Rusia zarista, capitalista. Esto es inclusive, mucho en comparación con lo que se hace allí donde el capitalismo ejerce su dominio absoluto. Este es un buen comienzo. El rumbo es acertado y lo seguiremos de manera consecuente, con toda nuestra energía. Ustedes, en el extranjero, pueden estar seguros de ello. Cada día de existencia del estado soviético nos hace ver con más claridad que no avanzaremos  sin el concurso de millones de mujeres. Figúrese lo que esto significa en un país donde el el 80% de la población, por lo menos, son campesinos. La pequeña hacienda campesina significa la economía doméstica individual y el sometimiento de la mujer a ella. En este sentido, la situación será para ustedes mucho mejor, las cosas es serán más fáciles que a nosotros, a condición de que las masas proletarias de sus países tomen conciencia de su madurez histórica objetiva para la conquista del poder, para la revolución. No desesperemos. Nuestras fuerzas crecen junto con las dificultades. La necesidad práctica hará que encontremos nuevos caminos en lo que se refiere a la liberación de las masas femeninas. Unida al estado soviético, la solidaridad fraternal llevará a cabo grandes empresas. Naturalmente, nos referimos a la solidaridad fraternal en el sentido comunista, y no en el sentido burgués en la que lo predican los reformistas, cuyo entusiasmo revolucionario se ha evaporado como vinagre barato. Junto con la solidaridad fraternal debe manifestarse la iniciativa personal que se transforma en actividad colectiva y se funde con ella. Bajo la dictadura del proletariado, la liberación de la mujer mediante la realización del comunismo tendrá lugar también en el campo. En este sentido, cifro todas mis esperanzas en la electrificación de nuestras industria y de nuestra agricultura. ¡Ésta es una obra grandiosa! Las dificultades que ofrece son grandes, gigantescas. Para superarlas es necesario desplegar y educar a las poderosas fuerzas de las masas. Millones de mujeres deben participar en esto….

*****

Mi siguiente conversación con Lenin sobre el movimiento femenino tuvo lugar una o dos semanas depués. Lenin vino a verme. Como casi siempre, su visita fue inesperada, improvisada, hecha en un intervalo de la gigantesca labor del jefe de la revolución victoriosa. Lenin tenía el aspecto de un hombre muy cansado y preocupado. Wrangel aún no había sido definitivamente derrotado, y el problema del abastecimiento de las grandes ciudades se alzaba ante el gobierno soviético como una esfinge inexorable.
Lenin preguntó cómo estaban las cosas en relación con las tesis. Le dije  que se había reunido una comisión numerosa, en la que habían estado presentes y habían opinado todas las comunistas destacadas que se encontraban en Moscú. Las tesis estaban preparadas y ahora tenían que ser examinadas en una comisión más reducida. Lenin indicó que se debía aspirar a que el III Congreso mundial estudiase la cuestión con debida profundidad. Este solo hecho bastaría para acabar con los prejuicios de muchos camaradas. En primer término, debían encargarse de ellos las comunistas y además, muy en serio.
-No trinar como buenas comadres, sino hablar a plena voz como buenas combatientes, hablar con claridad – Exclamó Lenin con animado tono – El congreso no es un salón en el que las damas deban brillar por sus encantos, como se dice en las novelas. El congreso es un campo de lucha, en el que combatimos a fin de llegar a conocer la verdad, indispensable para la acción revolucionaria. Demuestren ustedes que son capaces de luchar. Naturalmente, en primer término contra los enemigos, pero también dentro del partido cuando haga falta. El problema afecta a las grandes masas femeninas. Nuestro partido ruso apoyará siempre todas las proposiciones y medidas que ayuden a conquistar a estas masas. Si las mujeres no están con nosotros, los contrareolucionarios pueden lograrque vayan contra nosotros. Esto lo debemos siempre tener en cuenta.
-Las masas femeninas deben ser nuestras, aunque estén atadas con cadenas al cielo – dije recogiendo la idea de Lenin -. Aquí, en el centro de la revolución, con su vida impetuosa, con su pulso acelerado en intenso, he concebido el plan de un gran acto internacional de las masas femeninas trabajadoras. El móvil impulsor de mi idea han sido sobre todo las conferencias y congresos de mujeres apartidistas. Deberíamos hacer los intentos para convertir estas reuniones nacionales en internacionales. El hecho indudable es que la guerra mundial, y las consecuencias derivadas de ella, han conmovido profundamente a las amplias masas femeninas de las distintas clases y capas sociales. Atraviesan un estado de efervescencia, se han puesto en movimiento. Las amargas preocupaciones para asegurar su subsistencia y dar sentido a su vida les plantean cuestiones cuya existencia apenas sospechaba la mayoría de ellas y de las que sólo una minoría había tomado plena conciencia. La sociedad burguesa no está en condiciones de darles respuesta satisfactoria. Sólo la puede dar el comunismo. Debemos hacer que las amplias masas femeninas de los países capitalistas lo comprendan, y para ello debemos convocar un congreso internacional de mujeres apartidistas.
Lenin no contestó enseguida. Se quedó pensativo con la mirada dirigida, por decirlo así, hacia adentro, apretando fuertemente los labios y adelantando un poco el labio superior.
-Sí – dijo después – debemos hacerlo. Es un plan bueno, incluso magnífico, no tiene ningún valor si no es pensado bien. ¿Ha pensado usted cómo ponerlo en práctica? ¿Cómo concibe usted esto?
Expuse detalladamente a Lenin mis consideraciones al respecto…
Durante mi exposición, Lenin asintió varias veces con la cabeza e hizo breves observaciones aporbatorias.
-Me parece, Clara – dijo – que usted ha pensado muy bien todo este asunto en el aspecto político y, en líneas generales, también en el sentido organizativo. Estoy de completo acuerdo con usted en que, e la presente situación, este congreso podría realizar una importante labor. Encierra la posibilidad de que conquistemos a las más amplias masas femeninas, en particular, a las masas de mujeres dedicadas a trabajos profesionales de toda especie: obreras industriales, trabajadoras del servicio doméstico, maestras y otras empleadas. ¡Esto estaría bien, muy bien! Piense en la situación. En un momento de grandes conflictos económicos o de huelgas políticas, ¡qué fuerza significaría para el proletariado la indignación consciente de las masas femeninas! A condición, naturalmente de que sepamos atraerlas y retenerlas a nuestro lado. Las ventajas serían grandes, incluso colosales. Pero ¿qué piensa usted sobre otras cuestiones? Probablemente las autoridades públicas estarán en contra de la convocatoria del congreso e intentarán impedir su celebración. Sin embargo, dificilmente se atreverán a tomar medidas brutales contra él. En todo caso, esto a usted no la asusta. Pero ¿no teme usted que las comunistas, tanto en los comités como en el propio congreso se sientan ahogadas por la superioridad numérica de las representantes de la burguesía y del reformismo y poor su habilidad, indudablemente superior? Además, y ante todo, ¿ está usted verdaderamente segura de la preparación marxista de nuestras camaradas comunistas y que se pueden reunir entre ellas un grupo de choque que resista con honor el combate?
Respondí a Lenin que no era de esperar que las autoridades amenazasen al congreso con su puño de hierro. Las burlas y los groseros ataques contra el congreso servirían únicamente de agitación a su favor. Al número y a la habilidad de los elementos no comunistas podríamos oponer los comunistas la superioridad científica del materialismo histórico en el enfoque y la exposición de los problemas sociales y el carácter consecuente de nuestras reivindicaciones para la solución de los mismos. Por último- aunque esto no es todo-, podríamos oponer la victoria de la revolución proletaria en Rusia y su labor en el orden de la liberación de la mujer. el débil e insuficiente bagaje marxista de algunas camaradas podría ser equilibrado con la preparación metódica y el trabajo en común. En este sentido, de quienes más espero yo es de las comunistas rusas. Deberían formar el núcleo de hierro de nuestra falange. Con ellas yo me atrevería a lanzarme tranquilamente a algo más que las luchas en el congreso. Además,inclusive si fuésemos derrotadas en la votación, el hecho mismo de nuestra lucha pondría al comunismo en el primer plano y tendría una gran importancia desde el punto de vista de la propaganda, creando al mismo tiempo para nosotroas nuevos puntos de apoyo para la labor posterior. Lenin se echó a reír a carcajadas.
-Sigue teniendo usted el mismo entusiasmo por las revolucionarias rusas. Así, sí, el viejo amor no se olvida. Yo creo que usted tiene razón. Incluso la derrota despues de una lucha tesonera sería una ventaja, sería la preparación de futuras conquistas entre las masas de trabajadoras femeninas. En general, se trata de una empresa en la que vale la pena arriesgar. Nosotros no podemos en modo alguno, salir perdiendo totalmente. Pero, como es natural, yo confío en la victoria, deseo la victoria de todo corazón. Proporcionaría una considerable vigorización de nuestra fuerza, la ampliación y el afianzamiento de nuestro frente de lucha, traería a nuestras filas animación, dinamismo y actividad. Esto siempre es útil. Además, el congreso suscitaría en el campo de la burguesía y sus amigos reformistas una mayor inquietud, inseguridad, contradicciones y conflictos. Podemos imaginar quiénes se reunirían junto con las “hienas de la revolución”, y si este asunto siguiese adelante bajo su dirección, estarían allí presentes honestas y domesticadas socialdemócratas bajo la suprema dirección de Scheidemann, Dittman y Legien; piadosas cristianas, unas bendecidas por el Papa y otras adictas a la doctrina de Lutero; auténticas hijas de consejeros secretos; consejeras de Estado de nuevo cuño; damas inglesas de buen tono, como señoras y pacifistas, además de entusiastas sufragistas francesas. ¡qué cuadro de caos y disgregación del mundo burgués sería el que ofrecería el congreso! ¡Qué cuadro de su falta absoluta de perspectiva! El congreso acentuaría la disgregación, contribuyendo a debilitar así las fuerzas de la contrarrevolución. Todo debilitamiento de las fuerzas del enemigo equivale a un acrecentamiento de nuestra potencia. Yo voto a favor del congreso…lo apoyaremos enérgicamente. Manos a la obra. Le deseo éxito en la lucha…
Emprendí con alegría y esperanza la labor preparatoria. Pero la idea del congreso tropezó con la posición de las comunistas alemanas y búlgaras, que a la sazón, dirigían el movimiento femenino comunista más fuerte después del de Rusia soviética. Se opusieron categóricamente a la convocatoria del congreso.
Cuando se lo comuniqué a Lenin me respondió:
-¡Es una lástima, una gran lástima! Estas camardas han desaprovechado una magnífica oportunidad de abrir a las más amplias masas femeninas nuevas y mejores perspectivas y de atraerlas así a la lucha revolucionaria del proletariado. ¡quién sabe si volverá a presentarse tan pronto una ocasión tan propicia! Hay que batir el hierro en caliente. Pero la tarea sigue en pie. Usted debe continuar buscando el camino para llegar a las masas femeninas, condenadas por el capitalismo a una tremenda miseria. Usted debe buscarlo a toda costa. No se puede dejar de lado esta necesidad. Sin una actividad organizada de las masas bajo la dirección de los comunistas no puede haber victoria sobre el capitalismo ni construcción del comunismo….





[1] De: Recuerdos sobre V.I. Lenin” 1970, tomo IV, pags 37-59 (en ruso), extraído de Lenin, V.I., La mujer y el progreso social (compilación), Edit Polémica, Bs As, 1975.

1 comentario:

  1. Es extraordinario este escrito. Es internarse en los detalles importantes de la historia. Pintan de manera vivida y real los personajes. En realidad son pocas las oportunidades como estas de leer algo tan refrescante, recreativo y al mismo tiempo tan importante por el contenido. Que actores y actoras las de aquellos tiempos! Realmente es para apreciar y valorar las nuevas Rosas o Claras que la lucha de clases hace surgir. Me imagino que Andrea D'Atri junto a miembros de Pan y Rosas habra experimentado una autentica emocion al leer esta nota insolita. Me alegra saber que esa banca lucira con una mujer que reivindica esa historia y ese programa de accion. Felicitaciones.

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