lunes, 18 de julio de 2011

Trata, prostitución, "rubro 59" y una muestra más de cinismo "cristinista"

Reproduzco en este blog una respuesta ante adhesión de un grupo de estudiantes, investigadores, docentes de la UNC al comunicado de AMMAR. Aquí, intento esbozar una crítica a diversos aspectos con los que disiento, tanto del comunicado de las compañerxs de AMMAR, como a la adhesión a dicho comunicado.
Espero resulte provechosa. Va, pues.


Gente, 
quería escribirles porque me parece importante que discutamos, como parte de las reflexiones que hacemos sobre la sexualidad, el género, la opresión, los cuerpos, sobre esta adhesión al comunicado de prensa de AMMAR que algunxs de uds firman. 

En primer lugar, decir que es una situación bastante compleja que tiene varias aristas desde la cual pensarla y que por lo tanto, desde mi punto de vista, es contradictoria.

Para comenzar y ordenar un poco, me parece pertinente distinguir las condiciones o situaciones existentes en las compañerxs en situación de prostitución[1]donde al menos yo distingo tres.
1.     la reducción a la total esclavitud, ya sea bajo amenazas, torturas, sometimiento bajo drogas, etc, en el que se encuentran millones de mujeres y niñxs en el mundo bajo las redes de trata para la prostitución.
2.     la situación de aquellas personas (con indep del género) que se ven obligadas a recurrir a la prostitución como una forma de subsistencia en tanto no pueden incorporarse a un trabajo asalariado, donde me parece que hay un sector que lo hace de manera “independiente” (y creo que es el que tiende a aglutinar AMMAR, podemos pensarlo como “cuentapropista”), así como hay otrxs que lo hacen bajo las “directivas” de un proxeneta al cual (como distingue la compañerx en el testimonio) se le paga el 50% a cambio de “protección” de la policía, de otros proxenetas, etc, etc.
3.     la situación de aquellas personas que quizás ingresan en el “mercado vip”, de “acompañantes”, muchas veces quizás ligadas a la farándula, a sectores de poder económico o funcionarios del Estado, donde inclusive quizás pueda pensarse que hay algún tipo de “elección” ante la situación de obtención de dinero en proporciones mayores que plantearían la posibilidad de cierto “ascenso social” (la posibilidad de tener una casa, un auto, educar a los hijxs, etc.)

Ahora, frente a la “gradación” de estas situaciones, y en relación a la medida impulsada por el gobierno de Cristina Kirchner, y partiendo de posicionarme del lado de las compañeras, en tanto apoyo aquello que ellxs reclamen para mejorar sus condiciones de vida, considero que hubo un claro ninguneo para la aprobación por decreto de una medida inconsulta con las personas involucradas. Además, huelga destacar, al menos desde mi punto de vista, que es una medida completamente demagógica del gobierno y “cosmética” pues no resuelve, como las mismas compañeras plantean, los problemas estructurales de acceso a la educación, salud, vivienda de quienes están en situación de prostitución. Ello, máxime si mientras tanto, se mantiene una Ley de Trata impulsada en 2008 por el mismo gobierno que lejos de atacar el corazón del problema de este gran negocio ilegal (el segundo más “lucrativo” del mundo, luego del narcotráfico), revictimiza a las mujeres mayores de 18 años, exigiéndoles que “demuestren” que no están siendo sometidas, cuando bien conocemos las amenazas y torturas que penden sobre ellas. [2]
En cuanto a lo que las compañerxs plantean, no me cabe duda sobre el hecho de que la prohibición de la publicación de los avisos las expone aún más (a aquellas que se manejan de manera “independiente” para no tener que “deberle nada a nadie”), a la potestad y el atropello de proxenetas y tratantes que mientras tanto gozan de total impunidad por sus lazos estrechos con las policías provinciales que son las que dirigen el crimen organizado - como se ve cada vez que hallanan algún desarmadero de autos, kiosco de narcos, etc, por no referirme a la cantidad de efectivos que vienen de épocas de la Dictadura- y obviamente son los mismos que lxs persiguen en las calles, golpean, amedrentan, violan. Esas mismas policías, que lxs hostigan en las calles con los Códigos de faltas y edictos policiales en las manos (la mayoría de ellos redactados en plena Dictadura). Así, es completamente hipócrita y puro discurso del gobierno que no ha tocado a esas policías sino que las fortalece.
Ahora bien, reconociendo estos aspectos donde se toca con algunas de las cosas que plantean las compañerxs de AMMAR que son atendibles, me parece que tenemos que pensar que es utópico creer que sin atacar el corazón de este sistema y las condiciones estructurales del capitalismo que sigue funcionando en base a hacer una mercancía de nuestros cuerpos (y aún más brutalmente el de las mujeres y lxs oprimidxs por no ajustarse a patrones heteronormativos), la situación de las compañerxs en situación de prostitución, va a resolverse “reglamentando como un trabajo” la prostitución, tal como ellas exigen: “la forma idónea de combatir la trata de personas en el ámbito del trabajo sexual, es la regulación legislativa de la actividad desarrollada por nuestras asociadas, dándole un marco de protecciones laboral, social y sindical. Y no persiguiendo a estas mujeres, sostén de familia, como las verdaderas delincuentes, cuando las redes siguen actuando con el aval de fuertes fuerzas políticas y económicas.”

Desde ya acuerdo que no se puede perseguir ni criminalizar (no hace falta aclararlo, no?) a las compañerxs, sostén de familia, y claro está menos aún cuando no se perigue a los verdaderos implicados en las redes de trata, la policía, la justicia y los funcionarios del estado asociados a quienes lucran con el cuerpo de mujeres y niñxs. Pero me permito disentir con lo que plantean respecto a la “salida ante el problema de las redes de trata”, respetando y reivindicando el derecho de las compañerxs a organizarse, pero sin que ello sea óbice para la crítica. De allí que no pueda entenderse linealmente que este ejercicio crítico signifique la negación de “la agencia política y el empoderamiento” de las mujeres de AMMAR, como dice la carta de adhesión. Tampoco por disentir con ellxs considero defender una “moralina burguesa” que por el contrario, sí entiendo que está detrás de la sanción y decreto gubernamental. Tal resolución, para nada escapa a la defensa de los “valores conservadores” que seguramente tienen que ver con la defensa de cierta noción puritana de la sexualidad, algo nada extraño en caso de provenir de una presidenta como CFK que no duda en aliarse a la reaccionaria Iglesia Católica (y otras) para seguir oponiéndose al derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito para todas las mujeres (como una forma indudable de separar nuestro placer de la reproducción, así como de la idea de familia monogámica y heterosexual).

Voy intentando aclarar punto por punto porque creo que se dan cuestiones muy cruzadas que presuponen ciertas “consecuencias lógicas” que no creo, sean tales.
Prosigo entonces, y digo que estoy a favor de que cada persona viva su sexualidad con absoluta libertad y desearía que esas mujeres y compañeras trans vivieran su sexualidad en todo el pleno sentido del placer con el propio cuerpo, de la experimentación, de la liberación de los modelos y estereotipos impuestos. Sin embargo, descarto que esta concepción de la sexualidad que acabo de plantear, esté contemplada en en la perspectiva de que ellas, como muchas veces se argumenta desde organizaciones feministas y LGTBI, opten por “vender su cuerpo” (uso estos términos al no contar con otros mejores) para mantener a sus hijos, para pagar un alquiler, para comprar una frazada con que cubrirse por las noches. De hecho, ellas mismas exigen al Estado en la citada declaración, que se haga cargo de esas familias a las cuales el decreto obstaculizará su modo de obtención de la subsitencia, así como también exigen en otros casos, trabajo en condiciones dignas.

Ahora bien, por la positiva, ¿cuál es la forma de acabar con las redes de trata y prostitución, con la discriminación hacia las mujeres y personas cuyas identidades no responden a le patrón heteronormativo?
No creo que sea reconocerlo como un “trabajo” (como plantea la declaración de AMMAR y suscribe la carta de adhesión), pues esto tampoco ataca a los tratantes y proxenetas, provenientes del mismo seno del estado capitalista o en connivencia con éste. Tampoco ataca los prejuicios machistas donde nuestros cuerpos son concebidos como objetos para el goce de “señores” (predominantemente) que en sus casas exigen a sus mujeres la más “pulcra y casta” actitud, que seguramente serán de esos que inclusive lleguen a golpearlas, abusen de sus sobrinxs, hijxs, nietxs; que las asesinen cuando éstas deciden abandonarlo por maltrato cansadas de hacer denuncias ante dependencias policiales jamás atendidas.
¿Avanza el considerarlo como “trabajo” en el hecho de que nuestros cuerpos (o partes de él) sean “desacralizados” y despojados de esa moral que combatimos que da como resultado la homo-lesbo-transfobia gracias a la cual asesinaron a Natalia Gaitán, golpearon hasta la muerte a Vanesa Ledesma o siguen negando el derecho a la identidad a lxs compañerxs trans? Avanza en las contra de resoluciones reaccionarias de la Justicia que rechazó el amparo del compañero Fernando Rodriguez, por hablar de casos en Cba? No. Opino que tampoco lo resuelve hasta el final.

Considero que la forma de ir contra las redes de trata y prostitución, para volver al punto que estamos buscando atacar, es avanzar en la organización de las mujeres, los organismos de DDHH, las agrupaciones LGTB para conquistar el desmantelamiento del aparato represivo del estado (todas sus fuerzas: policías, gendarmería, perfecturas, etc) enchastradas al máximo en este pingüe negocio con el cuerpo de mujeres y niñas, junto a jueces y funcionarios, como bien denuncia la compañera en el programa El show de la mañana.
Pero el asunto es que justamente las redes de trata no serán desmanteladas por ningún gobierno, ni decretos, ni leyes hechas por los legisladores patronales porque son un gran negocio capitalista que tiene en Córdoba su "mercado de Liniers" y es punto neurálgico de la circulación de personas capturadas para la trata en el cono sur del continente.
La perspectiva para acabar con las redes de trata está, (aquí tengo al menos un matiz con la adhesión) no en exigir, en general, “medidas que enfoquen a los/as responsables de las redes de trata” si no en plantear concretamente cuáles son esas medidas y pelear para realizarlas. 
Desde mi punto de vista, es fundamental la pelea por la separación ya de la Iglesia del Estado, (que los curas vayan a laburar!!!) pues la plata que el Estado gasta en subsidio a la educación privada religiosa así como en el sueldo de curas y obispos (no menores de $10000 mensuales) se podría poner a disposición de subsidios a lxs desocupadxs (allí contamos a las compañerxs trans, compañeras en situación de prostitución, así como a las mujeres madres de familia, en la Argentina un 33%), al igual que si se imponen impuestos progresivos a las grandes fortunas (entre las cuales, vuelven a aparecer las propiedades de la Iglesia… por qué no se las expropiamos?). Esto, además, permitiría avanzar con que en las escuelas se implemente realmente la educación sexual laica e integral en todxs los niveles que la Iglesia sigue obstaculizando; al igual que la provisión de anticonceptivos gratuitos en todos los hospitales públicos, para decidir y separar nuevamente el placer y la reproducción, así como la prevención de las ETS.
Junto a esto, el ya mencionado desmantelamiento del aparato represivo del Estado, así como la cárcel para funcionarios, jueces, etc., involucrados en las redes de trata, mientras nos organizamos y movilizamos para exigir el cese de la persecución policial y la criminalización de las mujeres en situación de prostitución, su pleno acceso a la salud y la educación y el derecho a autoorganizarse por sus demandas, sumado a exigir el derecho de que todas las mujeres y compañerxs trans tengan la posibilidad de ejercer un oficio o tener un trabajo genuino con un salario equivalente a la canasta familiar, vivienda, salud y educación gratuitas que evitará que las mujeres y niñas, desesperadas ante la falta de medios de subsistencia sean “engañadas” por los tratantes.
¿Cómo se conseguiría esto? Eliminando el trabajo precario y en negro (en el cual está sumido el 54% de las mujeres trabajadoras en la Argentina), luchando por el pase a planta permanente de todos los contratados y tercerizados (como lo hicieron los trabajadores del FFCC Roca), de la mano con que nadie trabaje más de 40 hs semanales y con salarios igual a la canasta familiar ajustado a la inflación para todxs lxs trabajadorxs, en el camino de repartir las horas de trabajo entre todas las manos disponibles para terminar con el desempleo.
Y ahí, ya sobre el final, sí acuerdo con el comunicado de AMMAR que plantea que la esclavitud y las condiciones de servidumbre a la que están sometidxs millones de trabajadorxs en el mundo abarca también a grandes empresas deportivas, textiles, automotrices y autopartistas, trabajadorxs rurales, etc., lo cual nos lleva a pensar que la salida está, entonces, en la organización de esxs trabajadorxs junto a lxs desocupadxs y demás sectores oprimidos para expropiar de una vez por todas a los capitalistas, porque es la única alternativa realmente por fuera de la utopía, desde mi humilde punto de vista, para pensar en sentar las bases de una sociedad que liberada de los parásitos explotadores (los dueños de Fiat, Volkswagen, Arcor, Bugliotti, Roggio, Nike, Adidas, Vitnik, Insomnio, Techint, etc., etc., etc. ) avance en poner en pie una sociedad sin opresión…. lo cual, desde ya, será otra gran tarea.

Finalmente, y como dato no menor a tener en cuenta, la política de considerar a la prostitución como un "trabajo"[3] viene desde la década de los ’90 de la mano con el avance del neoliberalismo y la ideología individualista. En ese momento junto al inmenso desarrollo que iban alcanzando las redes de trata y prostitución, la OIT (como plantea el artículo que citan las compañerxs de AMMAR en el comunicado) sugirió a los gobiernos regular la prostitución como actividad comercial, para que el “sector del sexo” sea reconocido con “extensión de la red fiscal a las numerosas actividades lucrativas que lleva aparejadas.” La Organización Mundial de la Salud, por su parte, solicitó que la prostitución fuera regulada aduciendo que, de ese modo, sería más fácil implementar planes de control sanitario para prevenir el SIDA. Inmediatamente fluyeron fondos de cooperación internacional para proyectos de ONG’s y estatales que propiciaran la organización de sindicatos de mujeres en situación de prostitución. Estos proyectos, monitoreados, claro, por las agencias internacionales del imperialismo, obligaban al uso del término “trabajo sexual” y a la denominación de estas mujeres como “trabajadoras sexuales”, desarrollando además la ideología de que se trataba de una “opción” laboral. Ese fue el pasto del cual se abonó la idea sostenida en la adhesión enviada así como por muchas feministas postmodernas, de que el cuestionamiento y la crítica a la noción de la prostitución  como un trabajo equiparable a cualquier otro, y en consecuencia, la crítica a dicha posición se viera desestimada en el ámbito de quienes peleamos por los derechos de las mujeres bajo la acusación de estar “discriminando” a las “trabajadoras sexuales” o tener una visión “moralista” frente a la supuesta "liberación sexual" de las mujeres que ejercen la prostitución por "elección".

Traigo a colación esto último, porque como investigadores, docentes, estudiantes, también tenemos que hacer historia de las ideas, y en el más propio sentido de la genealogía foucaultiana, cuestionar nuestros propios preceptos. La difusión de aquellas (y éstas que vierte la adhesión, insisto) vino acompañada de la idea de que el capitalismo era el único horizonte al que los seres humanxs podíamos aspirar, y acaso, modificarlo por vías pacíficas apenas un poquito. 
Hoy, o mejor dicho, desde hace ya un par de años, el capitalismo muestra desembozadamente desde la crisis internacional abierta, que estalla en sus propias contradicciones y que lo único que tiene para ofrecernos (no creamos que ante semejante crisis histórica la Argentina permanecerá inerme) es más hambre, pobreza, vejaciones, muerte. Así lo vemos en Grecia, España, Inglaterra... pero al mismo tiempo también vemos que ese "orden del discurso" donde también había desaparecido la palabra "revolución" con los ejemplos de los pueblos del Norte de Africa, con las huelgas generales en los países centrales, también vuelve a ponerse al orden del día, como salida a la barbarie capitalista. 
Disculpen lo extenso de esta intervención, pero además de que me parece que nos debíamos (y debemos) un debate profundo, intento aportar con mi posición. Espero haber abordado con claridad al menos las ideas centrales. Quizás haya cuestiones que deba reformular o reconsiderar y lejos de toda pretensión de verdad, pongo entonces a su disposición estas líneas.
Un abrazo,
Laura



[1] Uso el término de “mujeres en situación de prostitución” para oponerlo al de “prostituta”, que el movimiento feminista acuñó desde hace algunas décadas para visibilizar que se trata de una determinada explotación del cuerpo de la mujer y no de una categoría moral (descalificante) que define integralmente al sujeto obligado a prostituirse bajo determinadas circunstancias.
[2]  Valga este testimonio en http://www.panyrosas.org.ar/spip.php?article355: “-¿cómo van a detectar que la chica joven viene de afuera, si tiene un documento falso que dice que es mayor? -¡Yo conozco mujeres que hace veinte años que están en trata, y ni siquiera saben que existen los derechos! Nosotras siempre tenemos la esperanza de poder salir, de conseguir trabajo y no tener que estar paradas en la esquina ofreciendo el cuerpo. Porque nosotras no decíamos ‘voy a ser prostituta’, soñábamos con ser maestras, abogadas, médicas pero nadie nos dijo cómo. -¿Quién puede pensar que nosotras lo elegimos?"
[3] Aquí podríamos desarrollar toda la discusión respecto a la noción de “trabajo” desde el marxismo, cuya definición radica no en si se elige o no libremente, sino en su relación con la naturaleza (su transformación), es decir, en tanto actividad productiva generadora de plusvalor. De allí surge una discusión sobre el trabajo “productivo” o “improductivo” entre los marxistas, pero creo que sería demasiado, por el momento, desarrollar aquí. 

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