viernes, 7 de octubre de 2011

Juzgando a unos cuantos verdugos que mancillaron la poesía...


Ayer, en Mendoza, se condenó a algunos de sus asesinos. Asesinos de éste, como de tantos y tantas otras poetas que daban la vida porque su poesía dejara de doler. Del poeta Paco Urondo, voilà:

Mi confianza se apoya en el profundo desprecio
por este mundo desgraciado
Le daré la vida
para que nada siga como está”.

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